lunes, 8 de abril de 2013

PNEUMA: UN HÁLITO DE MÚSICA

A veces me pregunto: ¿en qué se ha convertido la música? Algunos días me respondo, con cierto pesimismo, que mucha de la música actual conforma una pieza más de un gran puzzle comercial, y entonces imagino a artistas que encuentran en la excentricidad un imán poderoso y atrayente para cierto público y que acuden a discográficas a cantar lo que mejor se adecúa a esa imagen artificialmente prefabricada, vendiendo canciones exitosas hoy y olvidadas -y penosamente aplastadas por las nuevas modas- mañana. Otros días, sin embargo, prefiero pensar en una gran mayoría de artistas altruistas que encuentran en la música un medio de expresión entre el mundo y ellos, aunque, finalmente, siempre acabo reduciendo dicho número a una escasa y marginada minoría poco reconocida y poco divulgada.

Quizá por ese sentimiento desazonador que me produce el pensar en la prostitución de un arte tan bello y conmovedor, decidí sumergirme, por mera curiosidad, en la música medieval peninsular, impulsada por la romántica intuición de que el pasado siempre es mejor que el presente. Y fue entonces cuando redescubrí a Pneuma, un sello discográfico que había escuchado esporádicamente desde hacía un par de años, pero que no había sabido valorar lo suficiente. Y Pneuma, por su parte, arrojó a mis oídos la música andalusí. 

Pneuma fue creado en el año 1994 por Eduardo Paniagua, una personalidad a la que la música medieval debe, si no la vida, sí al menos la conservación y la vuelta a un mundo que la evalúa a través de unos oídos no habituados, pero que sin embargo no han perdido la facultad  de reconocer la hermosura de los sonidos. El nombre del sello discográfico es de por sí sugerente: en griego, πνευμα significa 'aliento', y 'vida', y 'alma', e incluso 'olor' y 'prosperidad'. ¡Qué sentimientos debe despertarnos la música medieval en nosotros para que sea digna de tal etiqueta!

En ese mismo año, Eduardo Paniagua, que se encuentra imbuido por igual en la música cristiana y en la andalusí, fundó Ibn Báya junto con Omar Metioui, un grupo entregado a este último tipo de música que se considera, tal y como su propio nombre indica, deudor del polifacético Avempace. Sí, efectivamente: filosofía y música... una extraña mezcla para aquellos ojos criados en una modernidad que ha tachado, injustamente, a la primera disciplina de misticismo ininteligible y a la segunda de entretenimiento informal. ¡Cuánto hemos de aprender de esa mal calificada Edad Media! Fue precisamente esa misma época vivida en al-Ándalus la que nos enseña que, en un primer estadio, la música no solo era ancilla filosofae, sino, asimismo, una rama de la medicina, pues se la atribuía una inmensa capacidad terapéutica. En efecto, la música era aquel instrumento que susurraba al alma y creaba un armónico equilibro con el cuerpo.

La colaboración de Eduardo Paniagua en Ibn Báya o, más recientemente, su trabajo con el grupo marroquí El Trío Arabí, lleva produciendo desde hace ya casi veinte años grandes frutos: dentro de su Colección Al-Ándalus, encontramos nada más y nada menos que 54 volúmenes de dispar contenido y diversos orígenes. Agua de al-Ándalus, Felicidad Cumplida, Alarifes Mudéjares o Poemas de la Alhambra son algunos de los títulos que componen esta serie que nos acerca, durante unos breves pero intensos minutos, a una tierra que solo habíamos podido conocer a través de libros de historia y de ficción... pero que ahora también podemos oír.

El método de trabajo para la recopilación musical andalusí se basa principalmente en dos pilares: las fuentes escritas y la tradición oral. A menudo, la segunda sustituye a la primera, ya que nos encontramos con un gran hueco histórico de documentación musical después de la expulsión de los moriscos de la Península en el año 1610: los primeros intentos de recopilación de este patrimonio se producen ya entrado el siglo XVIII. Hasta ese momento, la memoria, esa facultad tan alabada y practicada por la cultura semítica, fue el único recurso, y la música se transmitió oral y fascinantemente durante generaciones. Rebuscando entre documentos antiguos y entre pueblos, folklore y escuelas magrebíes y orientales, es así como Paniagua nos acerca a un mundo mágico, introduciéndonos, además, en él.

Con Pneuma y su rebeldía insaciable de no permitir escapar ese arte que se condena al olvido por naturaleza, a veces también me pregunto: ¿qué es la música en esencia? Es el arte, supongo, más efímero que existe. Mientras que la arquitectura puede permanecer soberbiamente erguida durante siglos; mientras que la literatura se ha grabado en tablillas, piedras, papiros, pergaminos, papel e incluso pantallas; mientras que el dibujo se traza en cualquier soporte que se proponga... la música, aunque encuentre su futuro relativamente asegurado en unos pentagramas que pretenden representar su carácter sublime, esta es, sin embargo, una forma de arte que desaparece al instante en el que se está efectuando; una forma de arte que no tiene presente. Su existencia es siempre pretérita. Y ahí radica su belleza, y por eso mismo encandila el alma, el pneuma: porque nos hace conscientes de que jamás podremos atraparla. La música solo existe en la memoria.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en que la musica a dia de hoy es puramente comercial, creo que se han perdido las ganas de crear nuevos sonidos. Hace poco vi un video en el que explicaban que en los ultimos 10 años, todas las canciones mas conocidas utilizaban las mismas escalas musicales. Se acabo la imaginacion.
    Simplemente, me encanta la musica arabe, desde la mas antigua a la mas actual. Son sonidos muy especiales y que apenas se oyen en nuestro pais, y me parece una pena teniendo en cuenta que el cante flamenco tan famoso en España tiene sus raices en la musica arabe.

    ResponderEliminar
  2. Desde luego, la música y la moda y otros aspectos cotidianos de la vida primermundista contemporánea, están regidos por el mandato usamericano. Y todo lo del este parece quedar restringido a la curiosidad de orientalistas, o neo-hippies o inquietos intelectuales. Me da pena, pero es así. Espero que el interés por Oriente vuelva a resurgir pronto, porque tenemos muchas cosas aún por descubrir. ¡Pero no un retorno al estilo del siglo XIX, en el que la curiosidad se cubría con una capa de colonialismo!

    ResponderEliminar