domingo, 12 de mayo de 2013

MOROS Y CRISTIANOS... ¿PANEM ET CIRCENSES?

En España, el calendario de fiestas es ajetreado. Algunas son religiosas: santos y patrones se acumulan por aquí y por acullá, y dan algún que otro respiro al trabajador y una cierta ociosidad al estudiante; otras son simples productos de un marketing siempre famélico al que le dan ataques de sensibilidad y ternura, y decide dedicarle al padre y a la madre un día muy especial al año. Pero la llegada del verano parece ir íntimamente acompañados de múltiples fiestas populares, una miscelánea de eventos de entretenimiento que a veces parecen mantener la tradición romana de panem et circenses. ¿Podríamos encajar aquí a festividades que se nutren de acontecimientos históricos? Veamos, a continuación, algunas de estas últimas, que se remontan a los enfrentamientos producidos entre moros y cristianos durante la Edad Media y a comienzos de la Moderna, y que se han retomado recientemente como viva memoria de un pasado peculiar y en ocasiones muy convulso.

Precisamente durante este mes de mayo, se celebrará en Lleida, como cada año desde 1899, la famosa Festa de Moros i Cristians. Los orígenes parecen remontarse al siglo XII, poco después de que el conde Berenguer IV entrase en la ciudad de Barcelona: ya en el año 1150 se cree que se celebraban en Lleida -o Madina Lérida-, danzas entre moros y cristianos. Aunque esta fiesta se continuó celebrando hasta el siglo XIX, no fue hasta el año 1996 que Cataluña decidiera reinstaurarla completa y seriamente. Se trata de una lucha entre dos bandos, el moro y el cristiano, que pugnan por la soberanía sobre la ciudad; una fiesta que se alarga durante todo un día y en el que participan desde los más pequeños hasta los más mayores.

Zona de las Alpujarras, entre
Granada y Almería.

Cuatro siglos después de la fecha histórica antes comentada, cuando hacía ya cien años que los Reyes Católicos habían logrado conquistar toda el territorio peninsular que quedaba en manos andalusíes, se ejecutaron una serie de medidas marginales que reavivarían antiguas heridas: prohibición de la lengua árabe, de los trajes tradicionales y de nombres arábigos, cierre de baños públicos, apropiación de tierras moriscas y otras sanciones que atacaban directamente el corazón cultural de los moriscos que habían permanecido en el territorio reconquistado. Los cristianos estaban haciendo suyas esas tierras, y a todos los niveles. En las Navidades del año 1568, un grupo de moriscos rebeldes se reúnen en una casa del Albaicín (Granada) y traman una contestación militar que acabe con la política de Felipe II. Se llaman a todos los moriscos a la sublevación, llamada a la que responden: las Apuljarras se mantendrá bajo mandato morisco durante dos años, en lo que hoy en día conocemos como la Rebelión de las Alpujarras. Fernando de Válor y Córdoba, también conocido como Aben Humeya, es elegido ese invierno de 1568 líder de la revuelta y se le bautiza con el título honorífico de "Rey de los moriscos". Tiempo después, en su marcha hacia el valle del río Almanzora, incentivado por el deseo de sometimiento de esa región,Aben Humaya decide acampar en Purchena (Almería) junto con sus soldados. Allí tiene una idea muy original: decide organizar unos juegos -semejantes a las variadas olimpiadas de la Antigua Grecia- para entretener y mantener una moral alta en sus tropas. Los certámenes no solo se restringían a pruebas físicas y deportivas, como el levantamiento de piedra y carreras, sino que la música y la danza también se incluían en el programa. De esta manera nos ha llegado narrado en la Historia de las guerras civiles de Granada, novela del autor contemporáneo a la rebelión Ginés Pérez de Hita.

En 1993, en Purchena, se decidió retomar la iniciativa que movió al Rey de los moriscos, esta vez bajo el nombre de Los Juegos Moriscos de Aben Humeya. Estos se celebran el primer fin de semana de agosto y, aunque se ha procurado mantener lo más fielmente las categorías de competiciones originales, también se han incorporado otros campos, como por ejemplo un concurso de gastronomía andalusí que revele el legado que ha dejado en la cocina andaluza, así como la organización de zocos orientales. 


Días más tarde a la celebración de estos juegos, el primer fin de semana de septiembre, se celebran en Béznar (Almería) otros juegos cimentados en la memoria de al-Ándalus: es el desfile de la Hermandad de los Mosqueteros del Santísimo. Para comprender su porqué de su existencia, debemos antes retroceder, asimismo, hasta el año 1569, ese momento de convulsión política que vivió la Península y en el que los moriscos se lanzaron a una re-reconquista. Felipe II de España, en la primavera de este mismo año, envió a su hermano, don Juan de Austria, junto con sus tropas a las Alpujarras, para frenar de una vez por todas el dominio rebelde de sus enemigos naturales. Los moriscos, a pesar de conocer ese terreno montañoso que dificultaba el ataque bélico de los cristianos y a pesar de una serie de fanáticas y desesperadas revueltas como la quema de iglesias, no tardaron en ser vencidos. El recuerdo de la victoriosa entrada de cristianos en Béznar se celebró hasta el final del régimen franquista el día 17 de enero, día del patrón de Béznar, San Antón; será a partir de la Transición cuando se mueva  el desfile a septiembre, para recibir un mayor número de visitantes. 

En estas fiestas de Béznar, a diferencia de la de Lleida -donde participan los dos bandos- y la de Purchena -donde solo se representa al morisco-, la comparsa mora brilla por su ausencia: los únicos protagonistas son las soldadescas de cristianos. Los mosqueteros, miembros icónicos de entre las filas de Cristo, se conforman por un par de decenas de varones -y solo varones- que portan unos curiosos sombreros altos adornados con flores y unos mosquetes cargados con pólvora que hacen disparar estruendosamente.




Hay, no obstante, muchísimas más fiestas de moros y cristianos que se encuentran en la actualidad repartidas por todo el territorio español. Justamente a finales del mes pasado, se celebraron las fiestas de moros y cristianos de Benamaurel, localidad de nuevo andaluza. Y es que, en Andalucía, estas festividades están declaradas de interés turístico. Efectivamente, son turísticas, anzuelos económicos.

El desfile de la Hermandad de los Mosqueteros del Santísimo, me recordó instantáneamente a las polémicas que surgieron respecto a la celebración o no de la Toma de Granada. El 2 de enero de este año hubo protestas por querer hacer de ese día un Bien de Interés Cultural. Luis Naranjo, el director general de Memoria Histórica dijo, en contra de la propuesta: "La Toma supuso una diáspora, la exclusión de mucha gente, conversiones forzosas y fue un acto donde la violencia tuvo mucho que ver". Algo semejante ocurre con este desfile, que no es más que el festejo de una victoria cristiana en el que además, solo este bando es representado. Podríamos decir, también, que solo el morisco lo es en los juegos de Aben Humeya, pero es que estos exaltan valores deportivos y no cuestiones ideológico-religiosas que resultan controvertidas en el ámbito público. Tanto el desfile de la Hermandad, como la Toma de Granada,  cuando se les saca de libros de historia y son extrapolados a la esfera de la celebración popular, me resultan políticamente incorrectos... aunque no sean más que un día de ocio, de diversión... y de panem et circenses.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por la entrada Clara, es de verdad muy interesante, a ver si en alguna ocasión puedo ir a los juegos de Purchena, que tienen muy buena pinta. Está claro que como símbolo es incorrecto, pero fíjate, yo me quedo con que siguen haciéndose estas cosas, y si te digo la verdad, casi que prefiero mirarlo desde fuera con un"que se apañen entre ellos"que al fin y al cabo, son los que parecen tener estos detalles feos, pero los que después conviven de manera más estrecha, y con más relación que los que lo vemos desde la distancia. Digo esto porque justo estuve hablando el otro día con una amiga almeriense, concretamente de El Ejido, donde ha habido bastantes problemas entre "moros y cristianos", y se ha juzgado mucho a las partes, pero luego por ejemplo, entre ellos se apañan el trabajo, la vivienda y la vida en general, y los que juzgamos no lo hacemos más que desde fuera. Bueno, me estoy enrollando mucho, sólo es que me ha venido a la cabeza la similitud entre los conflictos de la época y los de ahora y me apetecía comentarlo.

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